¿Por qué no podemos hacernos Cosquillas?

Darwin escribió que “hecho de que un niño difícilmente pueda hacerse cosquillas a sí mismo, o en mucho menor grado que cuando le hace cosquillas otra persona, podría deberse a que el niño no conoce el punto preciso que debe ser tocado”. Esta hipótesis, sin embargo, no parece correcta, ya que la mayoría de los niños pueden sentir cosquillas incluso cuando conocen dónde y cuando se va a aplicar el estímulo.

La primera pregunta que deberíamos hacernos es, ¿es cierto que no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos? Un artículo en Nature en los años 70 ya lo mostró claramente. Sujetos que se estimulaban mediante un aparato que se accionaba con un pie y que producía cosquillas en la mano sentían menos cosquillas que si ese mismo control lo activaba otra persona. La siguiente pregunta es, ¿y cómo es que no le hacía cosquillas ese aparato si no era él mismo quien se tocaba la mano, sino que accionaba el aparato con el pie? La respuesta se encuentra en el mapa que genera el cerebro de nuestro cuerpo. Algunos experimentos han mostrado que neuronas que responden al movimiento de las manos pasan a responder del mismo modo cuando comienza a emplearse un utensilio que puede interpretarse como una prolongación de la propia mano (hay un experimento con monos que emplean un rastrillo, pero puede pensarse, por ejemplo, en un tenista al utilizar la raqueta o en un pintor al usar el pincel). Es decir, el cerebro termina por incorporar a su mapa del cuerpo al instrumento que se está empleando (aunque, como en este caso, se active con el pie).

Pero, entonces ¿por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos? La respuesta se encuentra en la capacidad de predicción de nuestro cerebro. Cuando existe la intención de llevar a cabo un movimiento el cerebro realiza una predicción de cómo será ese movimiento, basándose en las experiencias previas. Lo que hace, por tanto, el cerebro es comparar la predicción que hace del acto motor con la información que llega en ese preciso momento. De ese modo puede distinguir qué estímulos sensoriales proceden de nuestros propios movimientos y cuáles proceden del exterior.

Hay dos pruebas interesantes de ello. La primera, es que podemos engañar al cerebro cuando realiza esa predicción, ¿cómo? Separando en el tiempo el estímulo y la respuesta. Por ejemplo, si se le dice a un sujeto que active un dispositivo que le hará cosquillas en la mano y aplicamos un retraso entre su acto motor (activar el dispositivo) y la respuesta del dispositivo, el sujeto dirá que siente más cosquillas cuanto más separados en el tiempo estén ambos sucesos (en un rango de tiempo de 0 a 200ms de retraso). Esta respuesta es debida a que el cerebro ya no predice tan bien cuándo va a recibirse el estímulo táctil, pues se torna más impredecible.

La otra prueba se encuentra en la actividad cerebral. Se ha estudiado cómo responde el cerebro de personas sometidas a este tipo de pruebas (haciéndose cosquillas mediante un dispositivo o bien haciéndoselas otro sujeto a través de ese mismo dispositivo). Imágenes de resonancia magnética funcional (ver figura) mostraron que cuando el sujeto trata de hacerse cosquillas a sí mismo la corteza somatosensorial (la región de corteza a la que llega la información táctil) se encuentra mucho menos activa que cuando es otra persona la que activa el dispositivo (lo que se correlaciona con una menor sensación de cosquillas). Según los autores de ese trabajo podría ser el cerebelo (muy implicado en la coordinación motora) el que estaría controlando esa menor activación de la corteza somatosensorial.

Por último, ¿existe alguien que pueda hacerse cosquillas a sí mismo? Parece que los pacientes con esquizofrenia pueden hacerlo y eso se debe a una sensación de no poseer el control de sus propios actos motores. Algunos de estos pacientes suelen afirmar que es otra persona la que mueve sus miembros y controla su conducta y algunos estudios han mostrado que incluso tienen dificultadtades para reconocer su propia voz grabada.

Debido a esta falta de sensación de control su cerebro interpreta que las cosquillas se las hace otra persona cuando en realidad son ellos mismos quienes se las están haciendo.

Una vez más, de una pregunta aparentemente tonta, pueden aprenderse muchas cosas acerca de cómo funciona nuestro cerebro. 


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